Abrazar «los ocho brazos del yoga» sintetizados por Patanjali, implica una transformación humana de dimensiones extraordinarias, sin duda la que comprometen al ser humano a encontrarse con su verdadero Ser. Su seguimiento, no como un dogma sino como una verdadera enseñanza y experiencia holística, ha sido recorrida por innumerables maestros espirituales –y no tan maestros– de tradición oriental. Las reglas o consideraciones que se plantean en «los ocho brazos» afectan integralmente a la existencia de aquel que toma ese camino y las dudas ante la capacidad para seguirlas serán numerosas.
En un primer momento, las reglas de Yama, como la no-violencia, el no robar, el brahmacharia, etc... se asemejan a «Los 10 mandamientos de la Ley de Dios», lo que ayuda a complementar nuestras «normas de conducta» en el contexto personal y social, sin embargo, es necesario profundizar en el verdadero sentido de Yama para no quedarnos en una mera actitud superficial de civismo. Al aceptar plenamente la Ahimsa nuestra atención hacia el ejercicio del bien hacia todos los seres, de pensamiento, palabra, acción u omisión comprometerá nuestra vida de manera global. Comprometidos pues en que ese bien, también es hacia nosotros mismos y por tanto deberíamos ser conscientes de que actitudes egoístas, afán de lucro, autoengaño, pasiones desenfrenadas –satya, asteya, bramacharia, aparigraha–, aunque puedan «satisfacer» aparentemente nuestro orgullo, no hacen sino alimentar precisamente aquello que deberíamos «matar de hambre». ¿Pero cómo conseguir aplacar la incansable voracidad de nuestro orgullo? Parece «la pescadilla que se muerde la cola».
Patanjali, nombra siete pasos más, a parte de Yama, que no son necesariamente consecutivos sino que precisamente hay que adentrarse progresivamente en ellos para que verdaderamente nos unamos con Dios, nos reencontrarnos con nuestra verdadera «Naturaleza», con lo que «Fuimos, Somos y Seremos», «Aquello» que es «Esto», a lo que estamos unidos, «yugo-yoga». Es necesaria la Niyama, la autodisciplina y que plantea numerosas dudas en el yogui de la actualidad. Sin duda todavía existen numerosos yoguis que deciden retirarse en la medida de lo posible de la sociedad globalizada, como han hecho durante milenios los maestros yoguis de la India. Aceptar un vida de «permanente retiro y dedicación espiritual» ayuda notablemente al desarrollo de un yoga integral, sin embargo, no son pocos los maestros –Yogui Bhajan, Osho, Sri Aurobindo, etc– que han hecho del Yoga, algo más que una forma de vida para unos pocos con aspecto de «faquires», introduciéndolo en occidente, entre personas de diferentes credos, formas de vida y profesiones. ¿Significa pues, que es posible conjugar una autodisciplina, que incluye una pureza interior y exterior, una austeridad física, mental y verbal, una liberación de nuestros apegos, ... y más aún constatar la existencia de Dios, a través del abandono de uno mismo –como individuo– y confiándose a las leyes divinas – Ishavâra Pranidhana–?
Patanjali, nombra siete pasos más, a parte de Yama, que no son necesariamente consecutivos sino que precisamente hay que adentrarse progresivamente en ellos para que verdaderamente nos unamos con Dios, nos reencontrarnos con nuestra verdadera «Naturaleza», con lo que «Fuimos, Somos y Seremos», «Aquello» que es «Esto», a lo que estamos unidos, «yugo-yoga». Es necesaria la Niyama, la autodisciplina y que plantea numerosas dudas en el yogui de la actualidad. Sin duda todavía existen numerosos yoguis que deciden retirarse en la medida de lo posible de la sociedad globalizada, como han hecho durante milenios los maestros yoguis de la India. Aceptar un vida de «permanente retiro y dedicación espiritual» ayuda notablemente al desarrollo de un yoga integral, sin embargo, no son pocos los maestros –Yogui Bhajan, Osho, Sri Aurobindo, etc– que han hecho del Yoga, algo más que una forma de vida para unos pocos con aspecto de «faquires», introduciéndolo en occidente, entre personas de diferentes credos, formas de vida y profesiones. ¿Significa pues, que es posible conjugar una autodisciplina, que incluye una pureza interior y exterior, una austeridad física, mental y verbal, una liberación de nuestros apegos, ... y más aún constatar la existencia de Dios, a través del abandono de uno mismo –como individuo– y confiándose a las leyes divinas – Ishavâra Pranidhana–?
La mayoría de los practicantes de yoga, alcanzan únicamente a comprender como yoga, aquello que implica Asanas y Pranayamas, el trabajo «aparentemente» físico de ambas y sin embargo la verdadera disciplina en ambas nos conducen hacia el resto de «brazos del yoga», desarrollando no sólo nuestro cuerpo físico, Anamaya kosa, sino el resto de cuerpos sutiles, energético, mental...
Pero el practicante de «gimnasio» limita las posibilidades al dejar de lado la importancia de seguir las ya citadas Yama, Niyama, pero también Pratyahra, observando nuestros pensamientos, sin identificarnos con ellos, transformándolos, calmando nuestra mente, lo que se logra a través de la Dharana, en completa atención en el Ahora, en el silencio, en la inmovilidad, en la quietud que produce a su vez Pratyahara. ¿Qué ocurre pues cuando nos concentramos y nos centramos únicamente en el Ahora, sin juzgar el pensamiento, aquietando la mente? Se produce una «perfecta» meditación, una plena conciencia, Dhyana, el observador observa al pensador, pero también vislumbra al Ser. Y es en ese constante flujo de conciencia cuando el observador puede descubrirse a sí mismo como lo que Es sin mediaciones, sin forma, sin conceptualización, es el Samadhi, el conocimiento pleno de nuestra naturaleza desde nuestro todavía cuerpo ilusorio, pero ya trascendido, no-dual.
¿Cómo puede entonces un yogui con responsabilidades sociales, familiares, facturas que pagar y declaraciones de hacienda que cumplimentar, alcanzar el samadhi? Patanjali no garantiza el éxito de «los ocho brazos» como si de un electrodoméstico se tratase, ni promete que sea fácil, pero te indica que es posible, que «todo no se puede tener», pero ¿«quién quiere todo»? El esfuerzo es mínimo si lo comparamos con la insuperable recompensa. ¿Porqué seguir ofuscados buscando aquello fuera cuando lo llevamos dentro? El cambio es posible pero debemos estar dispuestos a abrazar el camino del yoga conscientemente, confiando como el bebé que confía en su madre, ¿qué otra cosa puede hacer? Debemos estar dispuestos a dejar atrás aquellos impedimentos que supone una carga para avanzar: egoísmo, vanidad, odio... Como dice Jesucristo «¿De que te sirve ganar el mundo, si pierdes tu alma?». Contemplémonos en la humildad de nuestro Ser, para avanzar con paso firme hacia el encuentro pleno con Dios.
Sat Nam
Pero el practicante de «gimnasio» limita las posibilidades al dejar de lado la importancia de seguir las ya citadas Yama, Niyama, pero también Pratyahra, observando nuestros pensamientos, sin identificarnos con ellos, transformándolos, calmando nuestra mente, lo que se logra a través de la Dharana, en completa atención en el Ahora, en el silencio, en la inmovilidad, en la quietud que produce a su vez Pratyahara. ¿Qué ocurre pues cuando nos concentramos y nos centramos únicamente en el Ahora, sin juzgar el pensamiento, aquietando la mente? Se produce una «perfecta» meditación, una plena conciencia, Dhyana, el observador observa al pensador, pero también vislumbra al Ser. Y es en ese constante flujo de conciencia cuando el observador puede descubrirse a sí mismo como lo que Es sin mediaciones, sin forma, sin conceptualización, es el Samadhi, el conocimiento pleno de nuestra naturaleza desde nuestro todavía cuerpo ilusorio, pero ya trascendido, no-dual.
¿Cómo puede entonces un yogui con responsabilidades sociales, familiares, facturas que pagar y declaraciones de hacienda que cumplimentar, alcanzar el samadhi? Patanjali no garantiza el éxito de «los ocho brazos» como si de un electrodoméstico se tratase, ni promete que sea fácil, pero te indica que es posible, que «todo no se puede tener», pero ¿«quién quiere todo»? El esfuerzo es mínimo si lo comparamos con la insuperable recompensa. ¿Porqué seguir ofuscados buscando aquello fuera cuando lo llevamos dentro? El cambio es posible pero debemos estar dispuestos a abrazar el camino del yoga conscientemente, confiando como el bebé que confía en su madre, ¿qué otra cosa puede hacer? Debemos estar dispuestos a dejar atrás aquellos impedimentos que supone una carga para avanzar: egoísmo, vanidad, odio... Como dice Jesucristo «¿De que te sirve ganar el mundo, si pierdes tu alma?». Contemplémonos en la humildad de nuestro Ser, para avanzar con paso firme hacia el encuentro pleno con Dios.
Sat Nam
Kriya Yoga an ancient yoga technique was reintroduced by sri yogananda paramahansa. Kriya Yoga lessons are available from self realisation fellowship which was founded by sri yogananda paramahansa.
ResponderEliminarhttp://www.yogananda-srf.org/tmp/meditation.aspx?id=116