
Abrazar «los ocho brazos del yoga» sintetizados por Patanjali, implica una transformación humana de dimensiones extraordinarias, sin duda la que comprometen al ser humano a encontrarse con su verdadero Ser. Su seguimiento, no como un dogma sino como una verdadera enseñanza y experiencia holística, ha sido recorrida por innumerables maestros espirituales –y no tan maestros– de tradición oriental. Las reglas o consideraciones que se plantean en «los ocho brazos» afectan integralmente a la existencia de aquel que toma ese camino y las dudas ante la capacidad para seguirlas serán numerosas.


Patanjali, nombra siete pasos más, a parte de Yama, que no son necesariamente consecutivos sino que precisamente hay que adentrarse progresivamente en ellos para que verdaderamente nos unamos con Dios, nos reencontrarnos con nuestra verdadera «Naturaleza», con lo que «Fuimos, Somos y Seremos», «Aquello» que es «Esto», a lo que estamos unidos, «yugo-yoga». Es necesaria la Niyama, la autodisciplina y que plantea numerosas dudas en el yogui de la actualidad. Sin duda todavía existen numerosos yoguis que deciden retirarse en la medida de lo posible de la sociedad globalizada, como han hecho durante milenios los maestros yoguis de la India. Aceptar un vida de «permanente retiro y dedicación espiritual» ayuda notablemente al desarrollo de un yoga integral, sin embargo, no son pocos los maestros –Yogui Bhajan, Osho, Sri Aurobindo, etc– que han hecho del Yoga, algo más que una forma de vida para unos pocos con aspecto de «faquires», introduciéndolo en occidente, entre personas de diferentes credos, formas de vida y profesiones. ¿Significa pues, que es posible conjugar una autodisciplina, que incluye una pureza interior y exterior, una austeridad física, mental y verbal, una liberación de nuestros apegos, ... y más aún constatar la existencia de Dios, a través del abandono de uno mismo –como individuo– y confiándose a las leyes divinas – Ishavâra Pranidhana–?



¿Cómo puede entonces un yogui con responsabilidades sociales, familiares, facturas que pagar y declaraciones de hacienda que cumplimentar, alcanzar el samadhi? Patanjali no garantiza el éxito de «los ocho brazos» como si de un electrodoméstico se tratase, ni promete que sea fácil, pero te indica que es posible, que «todo no se puede tener», pero ¿«quién quiere todo»? El esfuerzo es mínimo si lo comparamos con la insuperable recompensa. ¿Porqué seguir ofuscados buscando aquello fuera cuando lo llevamos dentro? El cambio es posible pero debemos estar dispuestos a abrazar el camino del yoga conscientemente, confiando como el bebé que confía en su madre, ¿qué otra cosa puede hacer? Debemos estar dispuestos a dejar atrás aquellos impedimentos que supone una carga para avanzar: egoísmo, vanidad, odio... Como dice Jesucristo «¿De que te sirve ganar el mundo, si pierdes tu alma?». Contemplémonos en la humildad de nuestro Ser, para avanzar con paso firme hacia el encuentro pleno con Dios.
Sat Nam