Hace ya catorce años que comencé a transformar mi alimentación hacia la dieta vegetariana, y recuerdo que "devoraba", todo tipo de libros de vegetarianismo, naturismo, macrobiótica, etc... En ellos se hablaba de la importancia de comer conscientemente y disfrutando, entre otras cosas.
Recientemente, he vuelto a leer sobre esta cuestión. Sobre la importancia de que incluso una sencilla comida debería estar bien presentada, tomada en una ambiente acogedor y tranquilo, ya que si no fuese así, el alimento, por muy sano que fuese, al ser servido con envidia u hostilidad al cuerpo no le serviría. Y tan importante es el cómo se come, como el cómo se cocina. No nos damos cuenta pero aquello que pensamos cuando cocinamos se une a la alquimia de la cocina, por eso es tan importante proyectar en los alimentos pensamientos positivos y amorosos.
Al respecto me gustaría contar un cuento indio que dice:
Una vez, había una pareja que no tenía niños y que tenía muchos deseos de tener uno. Oraron al Dios Shiva, y finalmente su deseo fue concedido. Pero existía una condición: su hijo no viviría más allá de su cumpleaños número 25. Incluso así, la pareja era muy feliz. Su hijo creció siendo sano, bien educado e inteligente y pronto llegó el momento de casarlo. Su padre se tomó considerable trabajo para encontrarle novia adecuada. Finalmente encontró la hija de una familia muy devota y sintiéndose satisfecho hizo todos los arreglos para la boda.
Al principio la madre del joven objetó que sería malo casarlo con una mujer que tendría que enviudar tan pronto, pero su padre insistió que no existiría miseria en la vida de esa pareja.
Los jóvenes se casaron y pasaron los años. A medida que el joven se aproximaba a los 25 años de edad su madre comenzó a llenarse de miedo y tristeza, pero su padre de alguna manera se mantenía calmado. El temido día llegó y pasó sin incidentes y luego el siguiente día y luego el siguiente. La madre del joven se calmó pero estaba perpleja, ¿cómo podría ser? El mismo Dios Shiva había fijado la fecha. El padre viendo a su esposa perturbada por los eventos, sugirió que fueran a la casa de su hijo donde encontrarían la respuesta.
Llegaron antes de la salida del sol y se ubicaron fuera, frente a la ventana donde la tenue luz de una pequeña cocina, y pudieron ver a la joven nuera preparando el desayuno para su hijo. Oservaron como ella batía la leche fresca para preparar la mantequilla , y con cada movimiento, del batido, ella cantaba: ¡Shiva! Luego, ubicada la mantequilla en una fuente sobre la cocina para hacer ghee y al remover la mantequilla que se derretía, ella cantaba: ¡Shiva!¡Shiva! Así mismo mientras picaba las cebollas y el ajo fresco, el nombre de su Maestro del Cielo estaba en sus labios. Y así cuando ella colocaba los condimentos dentro de la masa para la paratha, su clara y dulce voz cantaba con añoranza: ¡Shiva!¡Shiva!
Tiempo después, la sencilla comida en la que ella había estado trabajando varias horas, la sirvió a su esposo. Él la comió con gran apetito y luego se fue al trabajo. Al volver a casa los padres, la mujer le dijo al esposo "fue lindo ver a nuestra nuera sirviendo a su esposo con tal devoción, pero todavía no entiendo porqué él está aún vivo". Él replicó: "querida, es cierto que el Señor Shiva decretó que la vida de nuestro hijo iba a ser corta pero incluso el Señor Shiva debe atender los rezos de sus devotos. Tu viste la forma en que esa mujer rezaba al Señor Shiva al preparar la comida. Cada día la muerte, está esperando para llevarse a nuestro hijo y cada día el come esa comida y la muerte debe mantenerse fuera. Mientras ellos continúen con esta rutina, nuestro hijo no puede morir".
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Por ello, preparemos nuestro a alimentos con devoción, con alegría, infundiéndoles espíritu, y llegado el momento de tomarlos, detengámonos unos instantes. Estos instantes también forman parte de nuestra sadhana diaria, de nuestra práctica espiritual como yoguis.Cada religión tiene una oración para rezar antes de comer, pero aunque no se sea religioso o que no tenga concepto de Dios o de Ser Supremo, podemos sentirnos agradecidos, a la tierra, a la gente que ha trabajado esa tierra para que crezcan sus frutos, al sol, al agua, al universo, que nos da cada día nuestra existencia.
Gracias.Aveces tengo lata de cocinar y lo hago de mala gana sin pensar en lo afortunada que soy de tener siempre algo para poder hacerlo...
ResponderEliminarGracias a tí amiga, por tu intervención. Es cierto, no nos damos cuenta de lo afortunados que somos muchos de nosotros que no sabemos lo que es no tener "ciertamente" nada que comer. Existen alimentos y recursos naturales para todos, pero que poco sabemos distribuirlos y compartirlos. Demos siempre gracias, y pidamos y hagamos lo posible para que nuestros recursos naturales no se desperdicien, se recicle y llevemos una vida más consciente, sana y generosa con los demás y con lo que la tierra nos da.
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