jueves, 19 de julio de 2012

La palabras de THOREAU y la crisis actual


"Un estado prostituido, ramera de traje plateado, hace que le lleven la cola,
pero arrastra su alma por la mugre".
W. PALEY


    La situación mundial y en concreto la española, es a  nivel socio-economico-político extremadamente grave como todos sabemos... lo estamos viviendo. Se entiende la crispación y el acaloramiento generalizado, pero si queremos hacer algo, no debe ser motivado por nuestra ira, enfado, indignación, "sufrimiento" en cualquier caso. Sino por la razón y la justicia. El individuo, el ciudadano, la persona, uno a uno y en masa, puedes hacer muchas cosas. Si bien es necesario "moverse", actuar", también es necesario "meditar", leer, "tomar conciencia", actuar desde la razón y la intuición, desde la justicia, la compasión y la verdad.. Escritos y propuestas como los de Gandhi, Emerson o las de Henry David THOREAU (1817-1862) sobre la llamada "desobediencia civil no violenta", "resistencia pasiva", "no colaboración"; las cuales paso a citar extractos en este post en concreto,  siguen siendo de plena vigencia, por que el ser humano en esencia es igual en todo lugar y en toda época; pero además, deberían ser meditadas y aplicadas en la medida de lo posible, pues son inspiradas por el más alto espíritu e ideal de justicia y de verdad:


"El mejor gobierno es el que gobierna menos (...) El mejor gobierno es el que no gobierna en absoluto (...) un gobierno donde la mayoría decida en todos los casos no puedes basarse en la justicia (...) ¿Debe el ciudadano someter su conciencia al legislador por un solo instante? (...) Lo deseable no es cultivar el respeto a la ley, sino a la justicia. La única obligación que tengo derecho a asumir es la de hace siempre lo que considero correcto. Se dice con frecuencia, y es cierto que una corporación carece de conciencia; pero un corporación integrada por personas conscientes es una corporación con conciencia. La ley nunca hizo al hombre un ápice más justo, y debido al respeto que le infunde, hasta el mejore intencionado se convierte diariamente en un agente de injusticia"

 

    Yo no nací para ser forzado. Seguiré respirando a mi maneras. Ya veremos quién es el más fuerte. ¿Qué fuerza posee un multitud? Sólo pueden forzarme quienes obedecen una ley superior a la mía. Quieren forzarme a ser como ellos. Pero no he oído decir que los hombres sean forzados por las masas a vivir de una u otra manera. ¿Qué tipo de vida sería esa? Cuando me topo con un gobierno que me dice: "La bolsa o la vida", ¿por qué voy a apresurarme a darle mi dinero? Puede ser que se encuentre en grandes apuros y no sepa que hacer: lo siento mucho. Ellos deberán arreglarse por las suyas: como hago yo. (...) No es mía la responsabilidad de hacer que la maquinaria de la sociedad funcione exitosamente. No soy el hijo del ingeniero(...)


   La autoridad del gobierno (...) es todavía una autoridad impura: porque para ser estrictamente justa debe contar con la aprobación del gobernado. No puede ejercer derecho absoluto sobre mi persona y propiedad que el que yo le conceda. El progreso de la monarquía absoluta a otra de carácter limitado, y de esta última a la democracia, es el avance hacia el verdadero respeto por el individuo (...) ¿Es la democracia, tal como la conocemos, el último logro posible en materia de gobierno? ¿No sería posible dar un paso más hacia el reconocimiento y la organización de los derechos del hombre? Jamás existirá un Estado realmente libre e iluminado mientras ese Estado no reconozca al individuo como un poder superior e independiente, del cual se derive su propio poder y autoridad, y lo trate de acuerdo con ello (...) Más aún, que no juzgue como opuesto a su propia tranquilidad el que unos cuantos vivan separados de él, no mezclándose con él, ni abarcado por él, aunque cumpliendo con sus deberes de vecinos y de compañeros. Un Estado que produzca esta especie de fruto y permitiera a sus ciudadanos desligarse tan pronto estuviesen maduros prepararía el camino para otro Estado, todavía más perfecto y glorioso, que yo también he imaginado, pero que aún no he visto en parte alguna.  
 El deber de la desobediencia civil (1849). H.D.THOREAU

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